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Reiki, lo podemos dividir en REI, que significa energía universal y KI, energía vital. Es una técnica de canalización y transmisión de energía vital a través de la imposición de manos, que se utiliza para obtener paz y equilibrio en todos los niveles.
Mucho se habla acerca del Reiki, aunque poco se sabe sobre él. En pocas palabras, es la energía universal que a través de una persona que hace de canal transfiere el reiki a otros. Durante el tratamiento el practicante apoya el movimiento de esta energía dentro del cuerpo del receptor, sin necesidad de manipularla.
Surgió como práctica espiritual en Japón, a comienzos del siglo XX, y empezó a difundirse entre monjes practicantes de artes marciales y oficiales de la marina. Resultaba llamativo el diferente grupo de personas que tomaban sesiones de Reiki. ¿Qué era lo que resultaba atractivo de aquella práctica? Pues, seguramente, parte de su éxito se basa en su simplicidad e incluso en la forma fácil en que se lo aprende.
La persona se acuesta sobre una camilla, cierra sus ojos y, sin sacarse la ropa, se relaja en una forma activa. A diferencia de los sistemas de relajación clásicos, donde la persona se vuelve pesada o incluso se duerme, en este caso se da una relajación plenamente atenta. En ningún momento el individuo pierde la noción de la realidad. Esto es muy útil, ya que permite la calma interior la relajación.
Las manos del reikista van recorriendo el cuerpo sin tocarlo, en posiciones previamente determinadas, con la continuidad justa en tiempo y la suavidad propia de este sistema de relajación japonés. Pasan los minutos y, dependiendo de las necesidades de cada uno, el reikista irá llevando sus manos a la altura de distintos lugares del cuerpo sin tocarlo.